La miel era un comestible habitual en casi todas las casas campesinas. Se consumía en grandes cantidades en los meses de verano, coincidiendo con la época de mayor trabajo (siega de la hierba, cosecha de centeno, escanda y trigo).

La cera, por su parte, era un valor de cambio importante, pues se vendía por dinero, se trocaba por especias y, a veces, se empleaba para pagar las rentas de la tierra. La abundante producción de cera permitió la formación de una industria, cuya instalación más destacada eran los lagares de cera donde ésta se cocía, exprimía y limpiaba, con la ayuda de un lagar de viga con husillo y pesa.

La importancia de las abejas en algunas casas era tal, que en la fundación de un vínculo realizada en 1.768 por un propietario de un pueblo de Robledo (concejo de Allande), se obliga a los beneficiarios a conservar y atender los cortinos (colmenares) y las colmenas existentes en la casa.

Otras manifestaciones de la importancia del cultivo de las abejas son la entrega de colmenas y colmenares en las dotes que los padres dan a sus hijas para casarse y algunas mandas testamentarias, como la del licenciado Juan Sierra de Castañedo (concejo de Allande) que, en 1.659, deja «una colmena buena al sacerdote que asistiese a mi fallecimiento, y sí fueren dos, lleven cada una la suya».

La imposición de rentas en cera por parte de los monasterios a los campesinos asturianos, favoreció el arraigo, desarrollo y mantenimiento forzoso de la apicultura en Asturias.

Los cortinos

En Asturias, uno de los aprovechamientos tradicionales del monte era la apicultura, que se manifestaba en el paisaje con dos construcciones específicas de esta actividad y de gran valor etnográfico: los talameiros o talameras y, sobre todo, los cortinos.

Ambos modelos de colmenares aparecían y aparecen diseminados por las laderas solanas de los montes bajos y servían para proteger las colmenas del fuego y de los osos. Se extendían sobre todo por los concejos más occidentales de la región. Además, junto a estas construcciones, también existían otros colmenares localizados en peñas o lugares rocosos de difícil acceso, donde los «abeyeros» añadían muros o afloramientos de rocas para facilitar la instalación de las colmenas.

En el centro y oriente de la región era más común la colocación de las colmenas en los corredores de los hórreos o en unas «talameras» (anaqueles) sujetas a la pared de la casa.

El catastro de Ensenada es la fuente de información más importante y antigua que tenemos, y permite conocer el número de colmenas que poseían los apicultores asturianos a mediados del siglo XVIII.

A partir de esta fuente, podemos distinguir claramente en Asturias tres áreas geográficas con un total de 65.813 colmenas.

Zona centro-oriental, cuya característica principal es que la mitad o más de los apicultores, tienen una o dos colmenas. Los que superan la cifra de nueve o diez son una minoría, y existen lugares donde ningún vecino alcanza esas últimas cifras.

Zona de la marina occidental donde en torno al 40% de los apicultores tienen una o dos colmenas, siendo los poseedores de nueve a veinte colmenas el 10%.

En 1.900, Méndez-Valledor calculaba que en el término municipal de Grandas de Salime había más de 5.000 colmenas. En ese año el número de vecinos seria aprox. de 500.

Flórez Lorenzo (el cura de les abeyes) realizó en 1.931 un censo apícola de Asturias «para confeccionar un mapa con destino a la Feria de Muestras de Gijón, en la cual la instalación apícola había interesado mucho al público». Para ello envió 1.200 circulares y hojas encasilladas a todos los maestros nacionales de la provincia. Fueron devueltas -escribe Flórez- 422, o sea el 35% de las repartidas, figurando con la mayor proporción (de respuestas) los partidos de Infiesto y Lena, y con la menor, Gijón y Avilés. Por razón de colmenas están a la cabeza Castropol con 8.862 colmenas y Tineo con 5.270. Merecen especial mención los distritos escolares de San Salvador y San Martín, en Allande, Monasterio del Coto, en Cangas de Narcea, e Illano, con 1.199, 1.000, 783 y 775 colmenas respectivamente. La totalidad de éstas se eleva a 27.539. El nº de apicultores es de 4.113, distinguiéndose Castropol con 737 y Tineo con 555, y los distritos escolares de San Salvador (Allande), Pesoz y Soto de Agues (Sobrescobio) con 59, 48 y 46 respectivamente.

En la actualidad, el censo de colmenas en Asturias se estima en torno a las 25.000-30.000, con una producción de unas 500-600 toneladas por año aproximadamente.